Este domingo, fuimos bendecidos con una encantadora obra de Navidad en la que participó el público y que se centró en el tema de venir a adorar a Jesucristo, el Mesías. El pastor destacó que la primera respuesta de los pastores y los magos al enterarse del nacimiento de Jesús fue venir a adorarlo. Los pastores recibieron el anuncio celestial a través de un brillante despliegue de luz y un coro de ángeles, mientras que los magos discernieron el mensaje observando las estrellas y siguiendo la más brillante hasta Belén. Sin importar cómo recibieron la noticia, su reacción inmediata fue la adoración.
El pastor compartió que la adoración toma muchas formas. Los magos trajeron regalos tangibles dignos de un rey: oro, incienso y mirra. Los pastores, por otro lado, se trajeron a sí mismos. Se inclinaron en adoración, demostrando humildad en la presencia del Rey y ofreciéndole sus vidas. Ambos ejemplos nos recuerdan que la verdadera adoración fluye del corazón y se extiende más allá de las palabras o las canciones.
Juan 4:23-24 fue central para el mensaje:
"Pero se acerca la hora, y ya es ahora, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El Padre busca a quienes lo adoren de esa manera. Porque Dios es Espíritu, así que los que lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad".
Adoramos en espíritu cuando cantamos con palabras sinceras u oramos en el Espíritu. Adoramos en verdad cuando reflexionamos sobre todo lo que Dios ha hecho por nosotros, respondiendo con gratitud a través de nuestras donaciones, ya sean ofrendas financieras, nuestro tiempo o nuestra presencia ante Él. La verdadera adoración también es confiar en las promesas de Dios, Su "sí" y "amén", sabiendo que Él cumplirá Su Palabra.
Los magos y los pastores confiaron en la Palabra que recibieron. No se demoraron; actuaron de inmediato, y se dispusieron a encontrar y honrar a su Rey. De manera similar, Romanos 12:1 nos insta a responder en adoración con acciones:
"Así que, amados hermanos, les ruego que entreguen sus cuerpos a Dios por todo lo que él ha hecho por ustedes. Que sean un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Este es verdaderamente el culto que deben recibir".
La adoración no se trata de ganar el favor de Dios, es una respuesta a lo que Él ya ha hecho por nosotros. Mientras que la religión se centra en "ser lo suficientemente bueno" para llegar a Dios, el cristianismo se trata de depender completamente solo del sacrificio de Jesús. ¿Nuestra respuesta a todo lo que Él ha hecho? Gratitud, confianza y una ofrenda de nosotros mismos a Él ayudando a otros y siguiendo la guía del Espíritu Santo.
En Lucas 2:17-20, vemos cómo respondieron los pastores después de su encuentro con el Rey recién nacido:
"Cuando lo vieron, los pastores les contaron a todos lo que había sucedido y lo que el ángel les había dicho acerca de este niño. Todos los que oyeron la historia de los pastores quedaron asombrados… Los pastores regresaron a sus rebaños, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto. Era tal como el ángel les había dicho”.
No solo presenciaron el momento, sino que se lo contaron a otros, glorificaron a Dios y llevaron la maravilla de lo que habían visto a su vida cotidiana.
El pastor nos dejó estas sentidas preguntas para reflexionar:
- Cómo estás respondiendo a tu encuentro con el Rey?
- Estás honrando a Jesús con regalos que reflejen Su valor como Rey de reyes?
- Qué tan bien lo estás representando en tu vida diaria?
Que esta temporada navideña sea un momento para adorar a Jesús no solo con nuestras voces sino con nuestras vidas, brindándole lo mejor de nosotros y compartiendo Su bondad con el mundo que nos rodea.
Para escuchar el mensaje completo, haz clic aquí!